Opinión

La mendacidad chavista vs. la realidad (OPINION)

Hay una frase pronunciada por Margaret Hilda Roberts de Lincolnshire, mejor conocida como Margaret Thachert, la primera mujer que ejerció como primera ministra del Reino Unido y la que más tiempo duró en el cargo y a quien se le conoció en el mundo con  el sobrenombre de la «Dama de Hierro», que reza: «El socialismo fracasa cuando se le acaba el dinero de los demás».

Esta locución a lo largo del tiempo, cada vez adquiere mayor relevancia y desnuda al mismo tiempo el rol que asumen los regímenes totalitarios y socialistas que aún persisten en el mundo y, sobre todo,  de frente a sus gobernados, lo que nos demuestra la perversidad y la maldad que se engendra en ellos cuando ejercen el poder.

Como siempre he sostenido en mis humildes aportaciones de cara a los amables lectores, la ideología socialista es un engendro de odio, de perversidad, de ilusiones, resentimientos, de confrontación, de sangre y de imposiciones. Fue y es lo más malévolo y perverso que haya podido salir de una mente proterva como la de Karl Heinrich Marx Pressburg y llevada a la praxis por el inefable dictador y asesino Vladimir llyich Ulyanov Blank «Lenin».

Lo único que le ha traído al mundo desde octubre de 1917, han sido enfrentamientos, muertes, guerras, dictaduras, fusilamientos, hambrunas, campos de concentraciones, torturas, armamentismo y divisiones entre los seres humanos, fruto de las mentiras políticas y sociales que esparcen por el mundo, en pos de alcanzar el poder y lograr el dominio mundial e implantar por la fuerza y las armas, la ideología del odio y de la envidia. En ese tenor, vamos a demostrar un solo ejemplo de ello de tantos que hay.

Venezuela y el surrealismo chavista

En reiteradas ocasiones he manifestado y no basado en suposiciones, sino en la contundente realidad de los hechos, que la mal llamada «Revolución bolivariana» ha sido lo más rocambolesco a nivel político y una comedia de muy mal gusto al estilo de Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, mejor conocido como «Cantinflas».

En efecto, después de más de una década de obtener por las ventas petroleras de su principal cliente mundial como lo fue los Estados Unidos, miles de millones de dólares pagados al instante en cada transacción, la nación se ha convertido en un desastre social, político y económico: hiperinflación, pobreza absoluta, el sistema de salud y educativo colapsado, miles de empresas expropiadas y arruinadas, una corrupción gubernamental grotesca y sin parangón, escasez de alimentos, medicinas y carencias de todo tipo.

De igual manera, su principal empresa generadora de riqueza como lo fue Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) totalmente destruida y abandonada, un desempleo galopante y una devaluación monetaria sin precedente de una moneda que pomposamente llamaron: «el bolívar fuerte» luego «soberano» y ahora «digital» y al que le iban quitando cero y cuyo valor actual equivale a un papel de uso sanitario. Es obvio que ha sido una revolución fracasada en su totalidad y un hazmerreír mundial por lo insólito de sus resultados teniendo una riqueza mineral inmensa bajo sus pies.

Ha sido tan impresionante el saqueo al erario del pueblo venezolano durante los gobiernos del fenecido Hugo Rafael Chávez Frías, el militar más traidor a la patria de Simón Bolívar por su entrega de la soberanía venezolana a Cuba y del írrito dictador nacido en Cúcuta, Colombia, que ha sido imposible de cuantificar la cantidad exacta que ha ido a parar a las manos de la cúpula chavista, los militares coludidos con el régimen, los familiares y amigos empresarios.

De acuerdo a las declaraciones de María Alejandra Márquez, presidenta de Iniciativa para la Recuperación de Activos Venezolanos (INRAV), «solamente por corrupción se han desviado unos 300 mil a 500 mil millones de dólares en 20 años del régimen chavista».

Otro de los efectos colaterales de una dictadura anárquica, corrupta hasta la médula, hipócrita de acuerdo a los postulados del supuesto «socialismo», promotora y guarida del terrorismo iraní, ha sido la migración masiva de unos 6 millones de venezolanos huyendo del hambre, del terror político, de la delincuencia criminal que aterroriza a la sociedad venezolana, de los grupos de choque protegidos por el Estado como son los colectivos motorizados. Igual, la falta de empleos y de una nación sin esperanza y que agoniza gobernada por una cruel e insensible tiranía izquierdista.

En efecto, de acuerdo a las declaraciones de David Smolansky, Comisionado de la Secretaria General de la OEA para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos, dijo (cito): «Es un país fuera de un país, porque un éxodo no es tan solo una «migración». Es que 6 millones es el 20% de la población total del país. Se trata de la crisis de refugiados más grande del hemisferio occidental en la historia y la segunda actualmente en el mundo» (cierro cita).

Es propicio destacar, que la migración venezolana solo es superada por Siria que está en guerra civil desde hace una década lo que no sucede en Venezuela y que no ha sufrido una catástrofe natural para producir tal desplazamiento de seres humanos. Pero, como ya conocen los amables lectores y en su papel de mendacidad, el culpable de todos estos avatares frutos de una dictadura y un sistema político vil, es (según la cantaleta socialista) el «imperialismo yankee», pero ellos no,  aunque llevan dos décadas  en el poder haciendo lo que les da la gana.

!Arepas no, fusiles Kalashnikov sí!

Los socialistas se caracterizan por una serie de antivalores que son inherentes en su conducta política, pero que ellos se encargan de disimular muy bien de frente a los incautos. Son mentirosos, egoístas, envidiosos, resentidos, traidores, manipuladores y calumniadores profesionales. Se mimetizan en la sociedad y presentan una imagen de buenas personas con la finalidad de llegar al poder y es ahí cuando llegan, que sacan sus garras y muestran su verdadera personalidad política, la cual ocultan hasta obtener el poder.

Recordemos el caso de Fidel Alejandro Castro Ruz, que bajó de la Sierra Maestra con un rosario al cuello y siempre negó ser un comunista cada vez que le abordaban el tema, consciente él de la religiosidad del pueblo cubano para ese entonces.

Pero, hay un detalle básico en la metodología comunista que siempre abordo y que no es una casualidad que lo hagan, sino que la misma forma parte de un patrón común en todos los regímenes totalitarios izquierdistas y que, a veces las personas lo pasan desapercibido al creer que son circunstanciales o provocados por otros. Me refiero al hambre inducida.  ¿Se han dado cuenta de que ese tipo de precariedad está presente en las dictaduras izquierdistas y totalitarias desde hace muchos años? Veamos.

En efecto, el hambre como método de control de la población por parte de las tiranías socialistas, es un mecanismo político para aferrarse al poder, doblegar y someter. Es un modus operandi donde solo cambian los escenarios geográficos, las nacionalidades, pero la metodología y la finalidad es la misma: someter a los pueblos y concentrarlo en la búsqueda de la comida. Repasemos la historia.

Vladimir IIyic Ulyanov Blank «Lenin», líder de la Revolución Bolchevique y fundador del primer estado socialista en el mundo, en el 1920 implementó ese mecanismo al dar la orden de que los campesinos no tuvieran acceso a la comida que ellos mismo producían, debido a que supuestamente, estos habían apoyado a su rival político Lev Davidovich Bronstein, mejor conocido como León Trotsky. Eso le costó la vida entre el 1921-22, a unos cinco millones de seres humanos.

Joseph Vissarionovich Dzhugashvili, mejor conocido como «Stalin», hizo lo propio cuando en 1930, colectivizó la agricultura expropiando y redistribuyendo a los ucranianos (los mismos que Valdimir Putin pretende invadir) en la parte occidental del país y la zona más fértil en la agricultura y, al resistir estos, fueron obligados a trabajar la tierra sin poder alimentarse de ella y en tan solo un año murieron siete millones de personas. Este hecho trágico, inhumano y cruel, se conoce en la historia como «El Holodomor» que literalmente significa: matar de hambre.

Mao Tse Tung, histórico líder de la China Popular, se le ocurrió (los comunistas viven inventando nombres pomposos para sus ejecutorias inútiles) lanzar lo que se conoció como «El Gran Salto Adelante», en donde tomó diferentes elementos de la URSS para implantarlo con un estilo chino y superar al Reino Unidos en la producción de bienes. Desplazó a millones  al campo para dinamizar la agricultura y provocó lo que la historia refiere como la «Gran Hambruna China» que mató a 55 millones de ciudadanos de esa nación y llevó al país a ser una  nación rural para la época.

La lista es larga y sería prolijo enumerar, pero no podemos dejar de mencionar en este accionar perverso, a Saloth Sar, mejor conocido como Pol Pot que hizo lo mismo en Camboya; Nicolae Ceaucescu y su mujer Elena de Rumanía, una versión antigua de la pareja malévola en Nicaragua de José Daniel Ortega Saavedra y la esotérica Rosario María Murillo Zambrana.

Imposible olvidar a la familia Kim en Corea del Norte, que mientras un pueblo languidece de hambre, el semidiós de Kim Jong-un solo se complace en armar al país hasta los dientes, estar tirando cohete al mar del Japón y amenazar a los Estados Unidos. Por igual, tenemos a los Castro Ruz en Cuba y su famosa libreta de racionamiento que dice qué debe comer el cubano y qué cantidad al mes, mientras ellos, la cúpula militar y del Partido Comunista y los turistas comen de manera opípara.

Obviamente, detrás de esta conducta y criminal forma de gobernar, no podía quedarse fuera la otrora meca de la migración latinoamericana y hoy convertida en una nación destruida: la Venezuela chavista. Y es que, partiendo de la misma tesitura narrada más arriba, a final de diciembre del año pasado salió publicada la información de que funcionarios venezolanos habían partido hacia Moscú, para acelerar la construcción en Caracas de una fábrica de los fusiles ruso «Kalashnikov».

Mientras el pueblo venezolano sufre de una escasez absoluta en todos los renglones, el régimen chavista se preocupa por fabricar fusiles rusos en su territorio, cuando lo propio y sensato sería buscar la ayuda entre sus cuates políticos para instalar fábricas de alimentos, que tanta falta hacen en la patria del Libertador. Esto me lleva a preguntarme parodiando la canción de una conocida artista: ¿Y la arepa, pa’ cuando ?

Ante estas acciones criminales que han ejecutado diversos líderes  y tiranías comunistas a lo largo de la historia, adquiere una gran verdad la frase que dijera Tomás Isidore Noel Sankara, un izquierdista fundador de Burkina Faso (antiguo Alto Volta) y que viene a respaldar el criterio que he sostenido en mis trabajos de opinión, de que el socialismo utiliza el hambre inducida como control político y social, cuando manifestó lo siguiente:

«El que te alimenta te controla»

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